La política puede sacar de los individuos lo más noble de si mismos, degradarlos al límite de la absurdo o, peor aun, al extremo de la irresponsabilidad.
Esta reflexión viene a colación por las repentinas iniciativas del Presidente de la República, Martin Vizcarra, que en semanas, paso de ser la esperanza -que pudo marcar una diferencia con su antecesor- al protagonista principal de lo que parece ser un desastre anunciado.
Vizcarra es el claro ejemplo que en política no solo no se puede improvisar sino que es imposible aprender en cursos intensivos a manos de asalariados aprendices de brujos que venden sus recetas para solucionar los problemas que ellos mismos crean.
La paz y el consenso no producen dividendos ni para los que buscan consultorías políticas ni para los pescadores de nuevos espacios de poder en los ríos revueltos de la política nacional.
A sus propuestas de reforma política -oportunistas y demagógicas- Vizcarra afina puntería, como si ante tamaña evidencia la puntería fuera mérito, contra instituciones que todos sabemos viven en emergencia permanente y que no requieren un diestro tirador para acertarlas, sino una mano con criterio prudente y equilibrado para abonar en su solución. El objetivo no es la reforma sino el levantamiento de expectativas y el consecuente levantamiento en las encuestas. Subir es el mejor seguro para quienes le rodean, y la droga mas peligrosa en un país crecientemente impaciente.
Vizcarra ruge desde Huanuco una verdad del tamaño de Chinchero: “Hay corrupción en ministerios, en los gobiernos regionales, en los municipios, en el Poder Judicial, y tenemos que trabajar todos para combatirla”. Pero olvida mencionar la mega corrupción que ha habitado en Palacio, hasta hace muy poco, y que lo puso a él finalmente en la presidencia del Peru.
El presidente afina la garganta, frunce el seño y vate las manos para hablar de otros pero es incapaz de mirarse y recordar que hace apenas unos meses pertenecía al flamante gabinete de lujo que terminó defenestrado en medio de una tormenta de actos que aguardan una acusación fiscal por graves delitos.
Es difícil predecir el desenlace que puede provocar tanta irresponsabilidad. Pero parece evidente que existe un derrotero que no es entregar la banda presidencial el 2021, sino al parecer, forzar un caos de tal magnitud que precipite un adelanto de elecciones generales con claros beneficios para quienes mueven la cuna.
Mientras los fuegos artificiales del mundial, la fanfarria de 28 de Julio y la bruma de la audios comienzan a disiparse, hay que estar atentos a las verdaderas motivaciones presidenciales.

Alfonso Baella Herrera fundó en el 2001 Baella.com, una agencia de marketing y comunicación corporativa. Es especialista en redes sociales y además analista político. A través de su empresa, ha jugado un papel clave en el lanzamiento de decenas de exitosas redes sociales y estrategias de marketing en Internet que han visto millones de personas.
Es autor del libro: «YO QUIERO SER PRESIDENTE. ¿Cómo utilizar el Internet para ganar una elección? La estrategia electrónica de Barack Obama», que trata sobre la primera campaña presidencial de Barack Obama, donde el uso de redes sociales fue decisivo.
Alfonso ha sido columnista de Correo, Expreso y Peru21, es también fundador y director de Posicion.pe Y además ha sido, conductor y director del programa de televisión Redes y Poder vía Willax TV y ATV +.
Estudió Derecho y Ciencias Políticas, tiene posgrados en Tecnología de Información, Administración de Empresas y Producción de Televisión. Es Magister en Gobierno de Organizaciones y Máster en Comunicación y Marketing Político.
Alfonso es considerado uno de los peruanos más influyentes en las redes sociales.
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